martes, 13 de febrero de 2018

Cómo ocurre el desarrollo motor: Teoría de los sistemas dinámicos de Thelen

Cómo ocurre el desarrollo motor: Teoría de los sistemas dinámicos de Thelen


Resultado de imagen para Cómo ocurre el desarrollo motor: Teoría de los sistemas dinámicos de ThelenAnteriormente se creía que la secuencia típica del desarrollo motor se encontraba programada de manera genética; como una serie de pasos automáticos y preordenados dirigidos por el cerebro en vías de maduración. Hoy en día, muchos científicos del desarrollo consideran que este punto de vista es demasiado simplista. En lugar de ello, según Esther Thelen (1995; Smith y Thelen, 2003), el desarrollo motor es un proceso continuo de interacción entre el bebé y el ambiente.

Thelen define a los movimientos de marcha que realiza el neonato cuando se le sostiene parado con los pies tocando una superficie, como reflejo de caminar. Por lo general, esta conducta desaparece para los cuatro meses de edad. No es sino hasta el final del primer año, cuando el bebé se está preparando para caminar, que estos movimientos vuelven a aparecer. La explicación habitual es el cambio al control cortical; de esta forma, la marcha deliberada del bebé mayor es una nueva habilidad concertada por el cerebro en desarrollo. Pero, según observó Thelen, los pasos del neonato implican los mismos tipos de movimientos que éste realiza cuando se encuentra acostado y patea. ¿Por qué habrían de detenerse los pasos, sólo para reaparecer meses después, si continúan las patadas? La respuesta, según sugiere esta científica, podría ser que las piernas del bebé se hacen más gruesas y pesadas durante sus primeros meses, pero no tienen la fuerza suficiente como para sostener el aumento de peso (Thelen y Fisher, 1982, 1983). De hecho, observó que los lactantes que dejaron de dar pasos en la superficie lograban soportar el peso de sus piernas al ser sostenidos dentro de agua tibia, y de esta manera los pasos reaparecían.

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Su capacidad para producir el movimiento no se había alterado; sólo lo habían hecho las condiciones físicas y ambientales que la inhibían o promovían. La maduración por sí sola no puede explicar esta observación, indicó Thelen. El desarrollo no tiene una única causa sencilla.

 El lactante y el ambiente forman un sistema dinámico interconectado que incluye la motivación del bebé, así como su fortaleza muscular y su posición en el ambiente en un momento particular (por ejemplo, si se encuentra acostado en su cuna o sostenido dentro de una piscina). Asimismo, cuando un lactante trata de alcanzar una sonaja o juguete móvil, las oportunidades y limitaciones que representan las características físicas del lactante, la intensidad de su deseo, su nivel de energía, la velocidad y dirección de su brazo y el cambio de posiciones de su brazo y mano a cada momento del proceso, son aspectos que determinan si podrá alcanzar su objetivo y cómo lo logrará. En última instancia, emerge la solución a medida que el bebé explora diversas combinaciones de movimientos y selecciona e implementa aquellos que de forma más eficiente contribuyen a ese fin. 

Además, la solución debe ser flexible, sujeta a modificación en circunstancias diferentes. Más que estar del todo en control de este proceso, el cerebro en vías de maduración sólo representa una parte del mismo.

Influencias culturales sobre el desarrollo motor



La teoría de los sistemas dinámicos también hace énfasis sobre el contexto en que sucede el desarrollo. Así, aunque el desarrollo motor sigue una secuencia casi universal, su ritmo corresponde a ciertos factores culturales. Cuando los niños están bien alimentados y cuidados, y cuentan con la libertad física y la oportunidad para explorar sus alrededores, es probable que su desarrollo motor sea normal. No obstante, lo que es normal dentro de una cultura puede no serlo dentro de otra.
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Los bebés africanos tienden a ser más adelantados que los bebés estadounidenses y europeos en sentarse, caminar y correr. Por ejemplo, en Uganda, los bebés caminan a los 10 meses, en comparación con 12 meses en Estados Unidos y 15 meses en Francia (Gardiner y Komitzki, 2005). Los bebés asiáticos tienden a desarrollar estas habilidades de manera aún más lenta. Es posible que estas diferencias se relacionen, en parte, con diferencias étnicas en el temperamento (H. Kaplan y Dove, 1987; véase capítulo 8) o que reflejen las prácticas de crianza infantil de una cultura (Gardiner y Komitzki, 2005).



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Algunas culturas alientan en forma activa el desarrollo temprano de las habilidades motoras. En muchas culturas africanas e indianas (de las Indias Occidentales) con un desarrollo motor infantil avanzado, los adultos utilizan ciertas rutinas de manejo, como ejercicios de brincos y pasos, para el fortalecimiento de los músculos del bebé (Hopkins y Westra, 1988).

 En un estudio, lactantes jamaiquinos cuyas madres utilizaron este tipo de rutina de manejo a diario, se sentaban, gateaban y caminaban antes que los lactantes ingleses cuyas madres no utilizaron este tipo de rutina (Hopkins y Westra, 1990). Existen otras culturas que desalientan el desarrollo motor temprano. Los niños de los Ache en el este de Paraguay no empiezan a caminar sino hasta los 18 a 20 meses de edad (H. Kaplan y Dove, 1987). Las madres Ache colocan a los bebés sobre sus regazos en el momento en que empiezan a gatear lejos de ellas. Las madres Ache supervisan cuidadosamente a sus bebés para protegerlos de los peligros de la vida nómada y también debido a que la responsabilidad primordial de la mujer es criar a los niños más que trabajar para subsistir. Sin embargo, para los ocho a 10 años, los niños Ache trepan árboles altos, cortan ramas con hachas y juegan de diversas formas que enriquecen sus habilidades motoras (H. Kaplan y Dove, 1987). Así, el desarrollo normal no tiene que seguir el mismo cronograma para alcanzar el mismo destino.

Salud



Nutrición en la infancia: el combustible para el desarrollo motor

El rápido crecimiento físico que ocurre durante la infancia es posible gracias a los nutrientes que reciben los niños. Sin la nutrición adecuada, los infantes no podrían alcanzar su potencial físico, además de que también podrían sufrir consecuencias cognoscitivas y sociales. Aunque hay grandes diferencias individuales sobre lo que constituye una nutrición adecuada —los niños difieren en términos de tasas de crecimiento, composición corporal, metabolismo y niveles de actividad—, existen algunas directrices generales sobre las cuales podemos basarnos. En general, los infantes deben consumir 50 calorías diarias por cada libra de peso (o por cada medio kilo), una asignación que es dos veces la sugerida como ingesta de calorías para los adultos (Dietz y Stern, 1999; Skinner et al., 2004).
Pero no es necesario contar las calorías para los infantes. La mayoría de ellos regulan su ingesta de calorías por sí mismos de forma muy eficiente. Si se les permite consumir lo que desean y no se les presiona para que coman más, ellos estarán bien.

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Desnutrición

Resultado de imagen para Desnutrición La desnutrición, una condición que se presenta como resultado de recibir una cantidad inapropiada y desequilibrada de nutrientes, provoca muchos resultados, ninguno de los cuales es positivo. Por ejemplo, la desnutrición es más común entre niños que viven en muchos países en vías de desarrollo que entre aquellos que viven en países más industrializados y más ricos. Los niños desnutridos de esos países registran una menor tasa de crecimiento desde la edad de seis meses.

La severa desnutrición en la infancia acarrea varios trastornos. La desnutrición durante el primer año de vida produce marasmo, una enfermedad que hace que los niños dejen de crecer. El marasmo, atribuible a una severa deficiencia de proteínas y calorías, provoca que el cuerpo se desgaste y finalmente lleva a la muerte. Los niños mayores son vulnerables al kwashiorkor, una enfermedad en la que el estómago, las extremidades y la cara de los niños se hinchan por la retención de agua. Para un observador casual, parece que los niños con kwashiorkor son regordetes, pero esto es sólo una ilusión: el cuerpo del niño de hecho está luchando para utilizar los pocos nutrientes disponibles.

Obesidad

Resultado de imagen para Obesidad en niñosEs claro que la desnutrición durante la infancia tiene consecuencias potencialmente desastrosas para el individuo. Sin embargo, no están claros los efectos de la obesidad, definida como una condición en la que el peso del sujeto es 20% mayor que el peso promedio para su estatura.
Aunque no existe una clara correlación entre la obesidad durante la infancia y la obesidad a los 16 años, algunas investigaciones sugieren que la sobrealimentación durante la infancia conduce a la creación de un exceso de células adiposas, que permanecen en el cuerpo a lo largo de la vida y predisponen a una persona a que padezca sobrepeso.De hecho, los aumentos de peso durante la infancia se asocian con el peso a los seis años. Ante la falta de claridad respecto a la obesidad infantil, los padres deben concentrarse menos en el peso de sus bebés y más en brindarles una alimentación adecuada. Durante el periodo de la infancia, no es tan importante concentrarse en el peso, siempre y cuando los niños cuenten con una dieta adecuada..

Mortalidad infantil


Proporción de bebés que nacen vivos y que mueren en el lapso del primer año. Se han alcanzado grandes avances en la protección de la vida de los neonatos, pero estos avances no se encuentran distribuidos de manera equitativa .
Las causas principales de muerte neonatal a nivel mundial son parto pretérmino (28%), sepsis o neumonía (26%) y asfixia al momento del nacimiento (23%). Muchas de estas muertes se pueden prevenir y son el resultado de una combinación entre pobreza, mala salud y nutrición maternas, infecciones y cuidados médicos deficientes.

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En Estados Unidos, la tasa de mortalidad infantil —a proporción de bebés que mueren dentro  de su primer año de vida— ha descendido casi cada año desde 1950 (Hamilton et al., 2007; NCHS, 2005). En 2004, murieron 6.79 lactantes por cada 1 000 nacimientos vivos (Hamilton et al., 2007). Las tasas de mortalidad para gemelos y trillizos han disminuido junto con las tasas para nacimientos sencillos (Luke y Brown, 2006). Más de la mitad de todas las muertes infantiles ocurren dentro de la primera semana de vida y dos tercios suceden durante las semanas neonatales (Hoyert, Heron, Murphy y Kung, 2006; Kochanek y Smith, 2004; Kochanek, Murphy, Anderson y Scott, 2004). Los defectos congénitos (malformaciones de nacimiento) son la causa principal de muerte infantil en Estados Unidos, seguida de trastornos relacionados con nacimientos prematuros o bajo peso al nacer síndrome de muerte infantil súbita (SMIS), complicaciones maternas durante el embarazo o lesiones accidentales. Éstas se consideran las cinco causas que dan cuenta de más de la mitad de todas las muertes infantiles (Hamilton, 2007). 

Síndrome de muerte infantil súbita (SMIS)

Resultado de imagen para El síndrome de muerte infantil súbita (SMIS)El síndrome de muerte infantil súbita (SMIS), ocasionalmente llamado muerte de cuna, es el deceso repentino de un lactante menor al año en donde la causa de muerte permanece sin encontrarse aún después de una investigación detallada que incluye una autopsia. El SMIS es la causa de muerte posneonatal principal en Estados Unidos  Alcanza un máximo entre los dos y tres meses de edad y es más común entre bebés: afroestadounidenses e indios americanos/nativos de Alaska, varones, nacidos pretérmino, y aquellos cuyas madres son jóvenes y recibieron cuidados prenatales tardíos o que no recibieron cuidado prenatal alguno.

Resultado de imagen para El síndrome de muerte infantil súbita (SMIS)Cerca de 20% de las muertes por SMIS ocurren cuando el lactante se encuentra bajo el cuidado de alguien distinto a los padres (AAP Taskforce on Sudden Infant Death Syndrome, 2005) y 16.5% entre lactantes en guarderías. En ocasiones hay sospechas de violencia, debido a que a las familias que han experimentado una muerte por SMIS suele volverles a ocurrir lo mismo en algún embarazo posterior. Sin embargo, la mayoría de estas muertes tienen causas naturales. Una probable explicación es que las mujeres que han experimentado una muerte por SMIS tienden a tener bebés de bajo peso al nacer, mismos que son especialmente susceptibles al SMIS.

Lo más probable es que el SMIS sea el resultado de una combinación de factores. Es posible que algún defecto biológico subyacente haga que ciertos lactantes sean vulnerables durante un periodo crítico a ciertas experiencias contribuyentes o disparadoras, tales como la exposición prenatal al tabaco, un factor de riesgo identificado. El defecto subyacente puede ser una demora en la maduración de las redes neurales responsables de activación durante el sueño en la presencia de condiciones amenazantes para la vida  una alteración en el mecanismo cerebral que regula la respiración  o algún factor genético (Opdal y Rognum, 2004).

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Existen al menos seis mutaciones genéticas que afectan al corazón y que se relacionan con casos de SMIS (Ackerman et al., 2001; Cronk et al., 2006; Tester et al., 2006). Casi 10% de las víctimas presentan mutaciones o variaciones genéticas asociadas con arritmias (ritmos cardiacos irregulares), según una encuesta de 201 muertes por SMIS en una sola cohorte en Noruega. Una variación genética que aparece en uno de cada nueve afroestadounidenses puede ayudar a explicar la mayor incidencia de SMIS entre bebés negros. Una pista importante surgió después del descubrimiento de defectos en el tallo cerebral, el cual regula la respiración, el latido del corazón, la temperatura corporal y la alerta. Se realizaron autopsias a 31 bebés SMIS y a 10 bebés que murieron por otras causas. Encontraron que los 31 bebés SMIS (pero ninguno de los demás bebés) presentaban defectos en la capacidad de su cerebro para utilizar la serotonina . Existe la posibilidad de que estos defectos impidan que los bebés con SMIS que estén dormidos boca abajo o de lado se despierten o volteen sus cabezas al respirar el aire contaminado con dióxido de carbono atrapado en sus cobijas . Incluso en el caso de bebés normales, dormir boca abajo inhibe el reflejo de deglución, una protección natural contra el atragantamiento.

Las investigaciones apoyan grandemente la relación entre el SMIS y dormir boca abajo. Las tasas de SMIS disminuyeron 53% en Estados Unidos entre 1992 y 2001  y hasta 70% en algunos otros países después de dar las recomendaciones de colocar a bebés sanos sobre sus espaldas al momento de dormir.

Resultado de imagen para El síndrome de muerte infantil súbita (SMIS)Los médicos recomiendan que los lactantes no duerman sobre superficies blandas, como almohadas, edredones o pieles de borrego, o bajo ropa de cama suelta, en especial cuando el lactante se encuentra boca abajo, ya que puede aumentar el riesgo de sobrecalentamiento o respiración repetida (respiración de productos exhalados). El riesgo de SMIS aumenta hasta en 20 veces cuando los lactantes duermen en camas adultas, sofás o sillas, o en otras superficies no diseñadas para bebés.Estudios asocian el uso de chupones con un menor riesgo de SMIS . En contraposición a informes de la población, los estudios no muestran conexión alguna entre las vacunas y el SMIS.
Compartir la cama con la madre es una práctica común en algunas culturas; su posible papel en la prevención o promoción del SMIS ha sido polémica.

Lesiones /Inmunización para una salud mejor

Lesiones  



Las lesiones accidentales son la quinta causa principal de muerte entre lactantes en Estados Unidos (Hoyert, Heron et al., 2006) y la tercera causa principal de muerte después de las primeras cuatro semanas de vida, después del SMIS y los defectos congénitos (Anderson y Smith). Los lactantes negros tienen 2.5 mayores probabilidades de morir a causa de lesiones y tres veces más posibilidades de ser víctimas de homicidio en comparación con los lactantes blancos (Tomashek, Hsia e Iyasu, 2003). Muchas lesiones accidentales ocurren dentro del hogar.

 Inmunización para una salud mejor


Ciertas enfermedades infantiles, alguna vez familiares y ocasionalmente fatales, como el sarampión, la pertusis (tos ferina) y la polio, ahora son prevenibles en gran medida, gracias al desarrollo de vacunas que movilizan las defensas naturales del cuerpo. Por desgracia, aún hay muchos niños que no están protegidos de manera adecuada.

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A nivel mundial, se estima que se previnieron dos millones de muertes infantiles por medio de inmunizaciones en el 2003. Cerca de 70 a 78% de los niños entre los 12 y 23 meses de edad en todo el mundo recibieron una completa cobertura de vacunaciones de rutina entre 1990 y 2004. Algunos padres se sienten dudosos acerca de la inmunización de sus hijos debido a la especulación de que ciertas vacunas —en especial la de difteria-tos ferina-tétanos (DTT) y la de sarampión-paperas-rubéola (SPR)— pueden ocasionar autismo u otros trastornos del desarrollo neurológico, pero la evidencia preponderante sugiere que estas preocupaciones no tienen fundamentación .Otra preocupación parental es que los lactantes reciban demasiadas vacunas como para que las maneje su sistema inmunológico de manera segura. (En la actualidad, los niños reciben 11 vacunas de rutina y hasta 20 inmunizaciones para los dos años.) De hecho, sucede lo contrario. Las vacunaciones múltiples fortalecen el sistema inmunológico contra una variedad de bacterias y virus y reducen las infecciones relacionadas.
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Desarrollo motor del niño






Desarrollo motor del niño